“Tuvieron que pasar cuatro o cinco segundos para darme cuenta de que se estaba quemando alguien”, le dijo Ronaldo Schemidt a El País en abril pasado cuando le consultaron sobre los minutos previos a capturar la imagen que le valdría recibir el World Press Photo del 2018. Venezuela en crisis es el título que el propio fotoperiodista le dio. La imagen le hace justicia a la frase por lo que exhibe: un venezolano, opositor al gobierno de Nicolás Maduro, ardiendo en llamas. En la pared cercana, hay una pistola dibujada. Al costado, una palabra que es, al mismo tiempo, una dura ironía: paz.

foto: Roberto schemindt

Mucho se ha dicho del fotoperiodismo y del fotodocumental. Algunos lo han criticado por su crudeza al momento de retratar guerras o realidades chocantes en diferentes partes del mundo. Una cosa sí es cierta: sin esas imágenes fuertes o crudas, no podríamos entender la gravedad de los hechos que suceden en los cinco continentes. No todo, sin embargo, son malas noticias. Estas ramas de la fotografía también nos acercan a historias que no recuerdan que la solidaridad y la resiliencia avanzan silenciosas y en diferentes idiomas. Prueba de ello es el proyecto fotográfico Finding Freedom in the Water de Anna Boyiazis, que alcanzó el segundo lugar en la categoría People (rama stories). Las imágenes muestran a mujeres jóvenes del archipiélago de Zanzíbar (Tanzania) aprendiendo a nadar en el mar, una actividad prohibida para ellas debido a la extremista estructura islámica que las gobierna. Una ONG ideó una solución: trajes de baño que les cubren la mayor parte del cuerpo.

Como esta, son muchas las historias detrás de las fotos ganadoras y finalistas del mencionado certamen. Estas podrán ser apreciadas por el público limeño en la Sala de Arte Moderno de Larcomar (Malecón de la Reserva N° 610, Miraflores) del 6 al 26 de julio. Antes de ello, conversamos con Babette Warendorf, miembro de World Press Photo y curadora de la muestra, sobre la necesidad e importancia de retratar “el mundo como es”.

babette warendort, curadora de la muestra/foto: José Antonio Díaz

En estos tiempos, uno puede acceder a estas imágenes con tan solo un clic o verlas en los diarios impresos. ¿Por qué armar una exposición itinerante como esta? ¿Cuál es el efecto que se buscar generar con esta exposición? 

Esta exposición es el resultado del concurso anual organizado por World Press Photo y que es considerado el certamen de fotoperiodismo más importante del mundo. En esta sala se encuentra lo mejor de las noticias del año pasado. Si bien es cierto que algunas fotografías han sido publicadas, hay otras que el público no ha visto en los medios de comunicación.

A ello sumémosle la investigación que realizamos. Nos aseguramos que las leyendas tengan los datos correctos y añadimos información adicional. Ese es el valor agregado de esta exposición: la posibilidad de observar las fotografías con mucha calma, y de paso, conocer los entretelones de su gestación. De hecho, muchas personas que asistieron a nuestra exposición en Ámsterdam me comentaron que experimentaron una sensación distinta al ver todas las imágenes que narran historias impactantes en un solo lugar.

El año pasado ganó el certamen la imagen de un asesino dando un grito de arenga tras cometer su delito y este año el galardón se le otorgó a una fotografía de un ciudadano venezolano, opositor al régimen de Nicolás Maduro, ardiendo en llamas. ¿Cuál es el límite que debe tener el fotoperiodismo para retratar la violencia de nuestros tiempos?

Sobre ese punto hay un aspecto que vale la pena recordar. La fotografía que ganó la primera edición del premio, en 1955, era una deportiva. Era la imagen de un señor que caía de su moto durante una competencia de motociclismo. La intención de World Press Photo no es que sus imágenes ganadoras sean de noticias duras. Sucede que con el tiempo un conjunto de imágenes se han vuelto icónicas. Estas imágenes son difíciles de ver porque están relacionadas con actos de violencia.

Hay que decir, sin embargo, que los miembros del jurado son independientes y son ellos los que escogen cuáles son las noticias más importantes del año. Ahora bien, la selección que hacen nos permite reflexionar sobre cómo los ciudadanos vemos las noticias. Aunque suene duro decirlo, las noticias malas se venden mejor que las buenas.

Hace algunos años se decía que una buena fotografía podía acabar o empezar una guerra. Pensemos en el conflicto de Vietnam, por ejemplo. Hoy en día, ¿cuánto ha cambiado la influencia del fotoperiodismo en la política internacional?

Creo que siempre es peligroso decir que una fotografía puede cambiar la historia porque eso depende de muchos factores. Lo que sí puede suceder es que una fotografía se pueda volver parte de la historia. Pensemos, por ejemplo, en esta imagen denominada La niña del Napalm. Se cree que esa fotografía terminó la guerra de Vietnam pero eso no es cierto. Cuando se tomó esa fotografía, Estados Unidos ya se estaba retirando del país asiático. Sin embargo, en nuestra conciencia, esa fotografía la relacionamos con ese conflicto y pensamos que fue la causa de su terminación. En otras palabras, se vuelve parte de nuestra historia en común.

Personalmente, creo que una fotografía no puede cambiar el mundo pero sí puede narrar una historia que no conocemos pero necesitamos saber. Espero que las personas que asistan salgan de la exposición con un mayor conocimiento y sean más conscientes de los problemas que nos rodean. Y no me refiero solo a los conflictos bélicos sino a las diferentes problemáticas que nos afectan. Me gustaría que estas imágenes los inspiren a construir sus propias acciones de cambio.

Foto: thomas peschak


Más allá de los conflictos bélicos, ¿por qué debemos retratar los problemas mundiales como la inmigración o las consecuencias del cambio climático? ¿Qué nos ofrece una imagen fotográfica que la palabra escrita no?

Una fotografía ofrece un contexto extra que la palabra escrita no puede dar. Este año tenemos una nueva categoría que es Medio Ambiente. Cada día hay más fotógrafos dispuestos a retratar los problemas relacionados con la contaminación o el cambio climático. Ahora bien, estos son problemas difíciles de visualizar. Sobre este punto, el fotógrafo Thomas P. Peschak menciona que cuando uno toma fotografías del medio ambiente, estás capturando imágenes de un fenómeno que puede suceder en 10 o 20 años pero cuyo impacto todavía no se ve. Solo los fotógrafos que son muy buenos pueden mostrarnos el efecto de un suceso que puede generarse en el futuro.

El primer ganador de esta categoría (en la rama stories) fue Kadir van Lohuizen por un trabajo sobre la basura. Tú puedes escribir muchos textos sobre la basura pero realmente es un problema que no vemos. Uno persona saca su bolsa de basura a la calle para que se la lleven y no la vuelve a ver más. Este fotógrafo fue a varias ciudades alrededor del mundo para demostrar que estamos ante un problema que nos afecta a todos y por eso nos toca a todos resolverlos.

Uno ve las fotos premiadas y no solo hay información sino estéticas particulares, ¿podemos decir que el puente entre la fotografía artística y el fotoperiodismo está totalmente construido en comparación con hace 20 o 30 años atrás?

Me gusta que menciones eso porque justamente la intención de World Press Photo es darle espacio no solo al fotoperiodismo clásico, la vieja escuela por decirlo de alguna manera, sino también recoger propuestas más artísticas o conceptuales, aunque siempre siguiendo las reglas del fotoperiodismo. Somos el único concurso que revisa todas las fotos que van a la penúltima ronda y que incluye la solicitud de los archivos originales. No está permitido agregar o quitar información como sí se puede hacer en la fotografía artística. Y, claro, en el fotoperiodismo no se puede montar una escena (con excepción de los retratos) porque este tipo de fotografía muestra el mundo como es.

Foto: kadir van lohuizen

Coméntanos un poco de los Workshops y Masterclasss que organiza World Press Photo. ¿Qué es lo que buscan con ellos y cuál es la perspectiva docente que le interesa promover a la organización? 

Tenemos un evento educativo que es el más importante y significativo para los fotógrafos que es el Joop Swart Masterclass. Cada año seleccionamos a doce jóvenes emergentes para que puedan aprender con profesionales de la fotografía. Este año una de las seleccionadas fue una fotógrafa peruana, Sharon Castellanos. Participar de esta actividad es un plus muy importante para los participantes de cada edición. Muchos han continuado sus carreras con éxito e incluso han sido premiados en el concurso del World Press Photo.

Sin embargo, a pesar de lo importante de esta actividad, nos hemos dado cuenta que lo hecho a nivel educativo no es suficiente porque tenemos un gran problema de diversidad en el fotoperiodismo en general y que también se observa en el certamen. Solo hay cuatro mujeres ganadoras hasta el momento. Del total de fotógrafos participantes, solo el 16% son mujeres, el 6% de Sudamérica y solo el 2% de África. Nos interesa cambiar ese panorama. Queremos más perspectivas locales que provengan de fotógrafos originarios de los propios países protagonistas de la noticia. Por ello, hemos organizado Masterclass locales en México D.F (México), Nairobi (Kenya) y Accra (Ghana). A propósito de África es necesario mencionar que también trabajamos con una base de datos de fotógrafos provenientes de ese continente (African Photojournalism Database).

foto: Anna Boyiazis

De igual manera, trabajamos con organizaciones como International Women´s Media Foundation y con Women Photograph. La fundadora de esta última, Daniella Zalcman, hizo una base de datos de fotógrafas documentalistas. Sucede que muchas veces los editores de los medios señalan que no conocen buenas fotógrafas en los países donde deben cubrir una noticia pero es más que nada un asunto de flojera. Prefieren seguir trabajando con una sola fotógrafa.

Bajo la mirada de World Press Photo, ¿qué debe tener una buena fotografía?

El jurado del concurso se encarga de ver dos cosas. En primer lugar, la parte estética, es decir, que tenga una buena composición técnica. A su vez, las imágenes deben tener una historia. Durante las deliberaciones es muy interesante escuchar las discusiones entre los miembros del jurado porque la mayoría de veces nunca están de acuerdo. Por ejemplo: un fotógrafo de guerra está sentado al lado de un editor. Entonces el primero dice: “Bueno, esta foto quizás no es perfecta en el sentido técnico pero yo he estado en esa zona de conflicto y es muy difícil llegar ahí”. Entonces el editor replica: “No está bien enfocada. No me interesa esa imagen”.

¿Qué opinión te merece la fotografía calificada como la mejor del año?

A mí me da mucho gusto que haya ganado un fotógrafo venezolano con una historia de su país, a pesar de que vive en México hace buen tiempo. Tiene familia en Venezuela y ahora está buscando como llevárselos o asegurarse que estén bien allá. Por lo demás, visualmente es una fotografía muy buena e impactante. Considero además que es importante tener imágenes de Venezuela porque, fuera del continente americano, no escuchamos muchas noticias de ese país que está viviendo una crisis desde hace muchos años.

Para tener en cuenta:

-El ingreso a la muestra es libre.

Foto de portada: Anna Boyiazis (imagen de su proyecto Finding Freedom in the Water).